jueves, 12 de diciembre de 2013

¿Y mis riñones?

Era bastante temprano cuando decidimos salir a caminar por el monte, Papa se entretiene contándome historias del lugar en cuestión, hasta que llegamos a la umbría cara de un barranco y me invita a bajar del coche para enseñarme… que maravilla: Todo el paisaje de enfrente está repleto de CEREZOS!!  Sí, vale ¡es invierno y no tienen flor! Pero  la panorámica es preciosa, no esperas esa imagen después de una hora subiendo pista forestal y te sorprende muy gratamente.

Mientras comenzamos a  caminar, le pido a Papa, volver en primavera al lugar; ¡Necesito ver  esos cerezos en flor! Y después de bastante ratito caminando llegamos a un espectacular mirador, donde se contemplan varios pueblos y el aire traspasa tus pulmones.

La verdad; ahora que lo pienso esa mañana fue muy romántica, y lo hubiese sido más, pero aún desconocíamos el hecho que acontecía nuestras vidas… Cerecita ya nos acompañaba.

Después de tanta caminata, como cualquier deportista dominguero que se precie, paradita obligatoria en la tabernita del pueblo en cuestión, tapita de morcilla… y vuelta a casa, ¡Después no quiero estar gordita!

A los pocos días, nos invitaron a una escapada rural, allá que fuimos, y subimos a no sé donde, a caminar para disfrutar del paisaje, una que no podía más, el intenso dolor de riñones me partía la cintura, comenzó a quejarse, a lo que todo bicho viviente le contestaba: ¡¡Eso son los kilos!!

¿Los kilos? Nooo, los kilos llevan conmigo unos cuantos años y nooo, esto no es normal, me parte en dos el dolor, me cuesta respirar, y me siento como si de repente en vez de veinte y nueve años tuviese ochenta…  (lo cual provocaba las risas de todos) al llegar de nuevo a la casa rural, tuve que subir al dormitorio, al extender mi precioso y sufrido cuerpo serrano sobre la cama, la cintura abandonó mi ser… que dolor, que dolor más intenso en los riñones y la cintura, jamás me había pasado algo semejante.

 
Al segundo día de estar allí, regresábamos de visitar zonas del lugar y el viaje para mí fue una tortura. Cada curva, cada cambio de rasante me provocaba una sensación de angustia terrible, intenté calmarme y disimular un poco tarareando una canción de Alejandro Sanz que sonaba en la radio, jajaja… pero seguía con mi malestar, algo que los demás se tomaban un poco a broma, o no le dieron la seriedad que correspondía pues en vez de conducir con más cuidado, le restaron importancia o directamente… no le dieron ninguna.

¡Esa noche, estuve pensando y pensando, pero nunca llegue a pensar!

Fue al regreso, en el viaje de regreso, donde por casualidad tuvimos que hacer una parada y entonces el pensamiento llegó ¡Estoy Embarazada! Ups… ¿y las farmacias donde están? Necesito decírselo a Papa, pero y… ¿una farmacia por favor?

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