De puntillas me dirijo a la ducha, Cereza duerme rodeada de
almohadas en la cama a modo de barrera, que inútilmente me creo que le servirán
de algo, ya comprobé una vez que no, si no las salta porque no quiera,
no porque no pueda… Ya tengo el ritual aprendido de memoria, y atrás quedaron
mis largas duchas de una hora donde no hacía falta ni exfoliarme porque mudaba
la piel bajo el agua, ahora en dos minutos ya estoy duchada y con la toalla
liada camino del dormitorio para comprobar que Cereza sigue dormida o como
muchas veces la encuentro… mirando el canal infantil en la televisión que le
dejo sin volumen para evitar que preste atención a los bordes de la cama…
Me quedo embobada mirándola dormir, es lo más lindo del
mundo entero, es mi ángel, mi princesa, mi duende, mi todo… esos mofletillos
mientras se estira son irresistibles para los besos de Mama… pero… le veo algo
raro… no se el que, pero le noto diferente la carita.
La despierto con mil besos, le doy con la cabeza en la
barriguita como si fuera una vaquita topando a un ternero, ella me coge
por los pelos y chilla de alegría (menos mal que no me peino hasta salir por la
puerta) me hace palmitas, se da la vuelta y me busca con su sonrisa, hace la
croqueta mientras voy detrás de ella deseando darle besos y oler el sudorcillo
mañanero que se cobija en su cuello, ¡huele a vida! Y es mi vida…
Le pongo una piscina de minnie en la bañera grande y le pongo
un poquito de agua, ella chapotea con dos tapones de crema suavizante anian,
vamos el bote verde de toda la vida… que barquitos más bonicos los tapones,
jajaja… le enjabono la cabeza, la espalda y de pronto la veo mirándome con carita
de vieja como diciendo: ¡Mama, dejame que juegue y no me eches más agua!
Ya en el coche, la vuelvo a mirar mientras le abrocho el
cinturón de su asiento, y le vuelvo a notar esa carita, algo tiene, y tiene
como gesto de tristeza… le doy un besito y noto que el labio inferior lo tiene
hinchado…
Llegamos al centro de salud, para ponerle la tercera dosis
de Prevenar y en la revisión me dice la enfermera… ¡Esta niña está a punto de
romper encía! - ¿Sí? – Sí mira… (Cereza no le deja que le toque la boca) –
Bueno ya lo verás… pero está a puntito…
Al montarme en el coche, le doy pecho para mimarla por el
mal rato pasado con la vacuna, y le acaricio la cabeza mientras ella me toca
con su manecita… Con razón gordita mira te llevo notando rara toda la mañana, y
te veo diferente, te haces mayor, y los dientecitos ya van haciendo acto de
presencia… que lástima mi gordi que le debe doler y ni se queja, solo pone
carita de tristeza…
Cuánta razón tenía la enfermera, mientras Papa y Mama comen
al mediodía, notamos como Cereza, da un mordisco fuerte a una zanahoria y de
golpe llora desconsolada,… le toco con el dedo y raspa… le noto perfectamente
el diente…
Una sensación de alegría nos inunda, y a la vez le veíamos la
carita, seria y triste… mi Cereza no es así, siempre está sonriendo, siempre… y
pensamos en que viene el tiempo estival y eso no ayuda para esos malos ratitos
de la dentición…
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